Es muy raro que yo salga de casa entre semana, pero ayer miércoles mi amiga Ana (la del novio celópata) me llamó para ir a dar la vuelta. Yo acepté porque quería sacarme el bloqueo mental que tengo. Total, nos citamos en la biblioteca y allá voy yo toda mona, pues la verdad me picaba la curiosidad de saber si todavía andaba con Aldo.
Estuve diez minutos fuera y al rato entré a matar el tiempo leyendo un libro. Tomé uno de leyendas mexicanas y justo cuando estaba picadisima, la puerta se abrió... pero no era Ana ¡Era Mario, mi ex novio! Rápidamente disimulé porque venía acompañado del odioso de Efrén (su mejor amigo) y de Arturo (ese wey es un pesado en el más AMPLIO sentido de la palabra). Me entraron ganas de hablarle, pero luego decidí que eso no era lo más conveniente, dejé el libro y pateé su silla antes de largarme lo más rápido que pude. Se lo merecía por romperme tan gacho el corazón en secundaria.
Le hablé de un teléfono público a Ana (no tengo una de esas mierdas de celulares) para decirle que me iba al Café París a esperarla. Una vez ahí, pedí una taza de café con leche sin azúcar y un trozo de pastel marmoleado. La mesera me alegó que no podía ocupar yo sola una mesa porque se suponía que era para mínimo dos personas. Aunque le pretexté que yo esperaba a una amiga, me llevó la contra hasta que me hizo dejar el lugar... con mi café en un bote de unicel. Mientras andaba por ahí me encontré con Ángel y platicamos un rato en la plaza, incluso me dijo que me veía bonita con mi outfit de rebelde sin causa. Aunque me daba gusto verlo y me halagó su comentario, le tuve que decir que se fuera porque él ya iba retrasado en el trabajo.
Pasados del mediodía supe que Ana no iba a venir y tomé el autobus de regreso a casa. Para mi desgracia, éste iba lleno (bueno, había un lugar pero se lo cedí a una señora que me reocrdó a mi abuelita, yo y mi corazón de pollo XP). Estando de pie, era normal que llamara la atención de un pervertido que comenzó a meterme mano en mi trasero. Al igual que muchas, yo tengo muy poca tolerancia con los "tipos" de esa calaña y rápidamente le metí un buen pisotón (gracias al cielo llevaba botas militares) mientras le escupía en la cara. Faltaban muchas cuadras para llegar pero de todas formas me bajé. Entonces, al mismo tiempo se subió una chava que reconocí como Reyna... ¡la arpía que me acusó de lesbiana y abuso sexual en la secundaria! ¡¡¡NOOOOOOO!!!
Collage en tres actos
Hace 3 años