sábado, 27 de marzo de 2010

El Comidero

El jueves recibí la visita inesperada de unas tías que no me caen del todo bien (por petras y chismosas) pero igual estaban hambrientas y mamá me dijo que a mi me tocaba ese pastel. Como estábamos pobres de ingredientes, les hice un revoltijo llamado Frijoles Gordos con Chile a la Tezcuana que a todos les encantó. Después empezaron a interrogarme sobre porqué sabiendo cocinar tan bien, no me había casado todavía, o mínimo, conseguido un novio y cua cua cua...

Yo las ignoré porque estaba más ocupada pensando qué postear en mi blog, pero miré mi plato de frijoles y.. ¡toing!

Se me ocurrió que abrir un blog de cocina era una buena idea, así que ahorita estoy trabajando en ello. No soy experta en diseño de páginas web, así que no esperen la gran cosa; pero las recetas sí que estarán buenas, se los aseguro. Pondré un poco de todo para que hasta el novato pueda cocinarse algo sabroso en la comodidad de su casita.

El principal dilema era el título, pero ya decidí que le pondré "El Comidero" por idea de mi hermana Vero y su extraña forma de hablar. Pueden acceder a él dando click en esta dirección:

http://elcomidero.blogspot.com/

martes, 23 de marzo de 2010

Chorradas en el Anfiteatro



Este es un cortometraje mexicano que muestra lo lindo que es la necrofilia y los círculos de la vida y la muerte

viernes, 19 de marzo de 2010

¡¡Orden Señores!!

Entre una de las cosas que nos diferencian a las mujeres de los hombres está la de saber ordenar. Para una chica es importante tener organización, y hay unas que clasifican sus posesiones tan pulcramente que parecen estantes de farmacia... aunque otras… tienen sus clósets hechos una verdadera porquería. Yo tengo un límite respetable en cuanto a organización se refiere; porque es verdad que acomodo ropa con ropa, zapatos con zapatos y manzanas con manzanas (), pero a veces tiendo a ser medio desordenada.

En cambio, la gran mayoría de los hombres que viven solos hacen de sus armarios toda una jungla en la que hay que explorar meticulosamente antes de encontrar el objeto deseado. Si nos topamos con un chico que es bastante organizado con sus cosas, puede ser por las siguientes causas:

* Vive con su mamá... y es ella quien limpia sus cosas, para variar.
* Es gay o metrosexual.
* Se crió con mujeres y todas le repetían que si no ordenaba su cuarto, ninguna chica lo querría (Siii, te hablo a ti, hermanito).
* Ya vivió antes con una chica y ésta lo entrenó.

Les confieso que a veces me daban ganas de agarrar a palos a mis primos Jovan, Gibran y Jordan por carecer de orden. Una vez que pasé el fin de semana con ellos me puse a limpiar su cuarto. En serio que no podía conciliar el sueño sabiendo que las sábanas llevaban dos meses sin ser lavadas, cajas de hamburguesas a medio comer y pipí de perro bajo las camas, un montón de ropa sucia en un rincón junto con otras linduras. Cuando terminé, ellos prácticamente parecía que estaban entrando a la dimensión desconocida y de inmediato me voltearon a ver:

“What the hell?” dijo Jovan. Ellos viven en El Paso (de ahí que hablen spanglish).
“¿Qué pasó aquí?” preguntó Gibran
“Pues que Aby ya se creyó Marta Stewart” contestó Jordan, el gemelo de Gibran.
“Si, ¡de nada chicos!” repuse yo sarcásticamente.


Al final acabaron agradeciéndome el cambio de aires, aunque me pidieron que la próxima vez que quisiera renovar su “santuario”, les avisara. ¿Qué acaso les gusta vivir en medio de un chiquero? Mejor la próxima vez duermo en la casa de Sissy (su perrita), al menos ella es más limpiecita.

lunes, 15 de marzo de 2010

Boxeádome la Semana

Ni tiempo tuve de calarme los guantes antes de enfrentarme en una cruenta batalla con la que fue la semana más espantosa que he tenido en mi vida. He aquí el resumen

PRIMER ROUND
¡Derechazo!
La pen…sativa de mi sobrina Fanny tomó mi preciado perfume Cool Water aún cuando le ordené no hacerlo porque se echa cantidades descomunales (¡deberías darte un baño de verdad, cochina!), pero estaba en medio del chisme con una amiga y al darle un manotazo, terminó por resquebrajar la botella. ¡Ahí se fueron 400 pesos de fragancia!

SEGUNDO ROUND
¡Gancho al hígado!
Resulta que tomaron fotos del evento de vinos al que había asistido la semana pasada y las publicaron en el periódico. En una de ellas salía yo… ¡con la nariz casi metida en la copa de Chardonnay! Mi hermano, quien es un ávido lector del Diario de Chihuahua, de inmediato me vio y dijo “Ya parecía que estabas condimentando el vino con tus mocos”. ¡Hijo de mi reverenda madre!

TERCER ROUND
¡Golpe bajo!
El sábado mi mamá fue a vender ropa como de costumbre junto con Fanny mientras yo me quedaba en casa haciendo la limpieza. Como hacía un buen de frío, decidí ponerme un suéter monísimo y calientito que un amigo me había obsequiado en Navidad; sin embargo, no lo encontré por ninguna parte. Al regresar, mamá me entregó diez pesos y cuando pregunté el motivo, ¡contestó que había vendido mi suéter! ¡¡Jodeeeer!!

CUARTO ROUND
¡Súper gancho al hígado!
El domingo me tocó a mí ir con mi madre a vender ropa y descubrí que tengo olfato para los negocios (ni de coña acepto regateos). Sin embargo, cuando regresamos a casa, nos dimos cuenta de que ninguna había traído la llave y la única opción de entrar era la de treparse al techo para accesar al patio de atrás y romper medio vidrio para abrir la otra puerta… ¿adivinen a quien le tocó el trabajo pesado? Casi me muero de miedo mientras cruzaba de un techo a otro (le temo a las alturas), no hallaba cómo bajar porque son dos metros y medio del techo al suelo, y en el intento, acabé llena de tierra y raspones. ¡¡Pa’ la otra mando sacar una copia de la jodida llave y asunto arreglado!! ¿Qué creen que soy, Spiderman o qué?

QUINTO ROUND
¡Mega Chingadazo!
Esa misma tarde, yo me quedé sola un rato. Me entraron ganas de comer pollo frito y puse a calentar el aceite mientras me peinaba. Estaba tan exhausta por la absurda forma de irrumpir en mi propia casa que demoré demasiado en el baño y al entrar en la cocina… ¡¡vi una gran cortina de humo y una flama que casi llegaba al techo!! ¡En la torre! Por pendeja causé un incendio; desesperada intenté apagarlo con un trapo pero no sirvió y aunque sabía que no debía echar agua en una sartén con aceite, lo hice… y el fuego se avivó por unos instantes antes de medio apagarse, hasta que le di golpe final con otra sartén. No mamen: la pared cercana a la estufa y parte del techo tenían una bonita mancha negra; demoré HORAS en dispersar el humo que atestó la cocina, la sala y parte de las habitaciones; recibí la regañada de mi vida (confieso que me lo merecía), tuve que desechar la sartén, las manos me quedaron llenas de un cochambre que ni con cloro me pude quitar del todo, entre otras linduras. Nunca de los nuncas imaginé que eso me fuera a ocurrir a mí, a la que está casi enamorada de su cocina… eso me deprimió cañón.

SEXTO ROUND
¡K.O.!
Las risas, las burlas y los reclamos respecto al incidente con la cocina continuaron hasta en la noche. Yo me enfrasqué la tarde tratando de limpiar el techo, pero la maldita negrura no se iba y me rendí por el momento. Como me llevo de la fregada con Fanny, me disgustaron muchísimo sus bromas… y casi me desplomé. Como me empecé a sentir realmente mal, me llevaron a la clínica… ¿el resultado? ¡Tenía la presión alta! El médico me advirtió que por tanto estrés podía pasar fácilmente a la hipertensión o a la diabetes y me dio una serie de recomendaciones a seguir.

Es frustrante que la mala suerte me haya pegado de golpe en tan poco tiempo, pero ni modo, la vida sigue y hay que saber continuarla con todo y sus trastadas.

lunes, 8 de marzo de 2010

La sommeliera

Según la Santa Wikipedia, un sumiller (o sommelier en francés) es el experto probador de vinos que sugiere a la clientela de los grandes restaurantes el vino apropiado para la ocasión.

Bueno, una de las cosas que forman mi lista de pendientes está la de tomar un cursillo sobre esta profesión, aunque como eso se tarda AÑOS en aprender, tuve que conformarme con acompañar a mi amiga Constanza a una exposición de vinos que ofrecía un reconocido hotel. Como la curiosidad me picaba, accedí a ir con ella y su marido Adán. Después de todo, uno no te invita un hotel de lujo todos los días, así que ya se imaginaran como deje mi closet buscando mi mejor vestido de gala. Aunque no me lo dijeran, yo ya sabía que iba a ir pura gente fina.

No saben lo bueno que estuvo el evento. Dieron una especie de conferencia con dos expertos sumilleres de los cuales no recuerdo sus nombres, pero que en definitiva eran mexicanos. Ellos nos contaron sus experiencias vinateras y nos enseñaron algunas buenas combinaciones de vino con los alimentos que yo hasta apunté en servilletas (naca que soy :P). Después de eso, los meseros nos empezaron a surtir unas bandejas con cinco copas vacías; y los sumilleres nos dieron a conocer los mejores vinos del mundo, y a decirnos como debíamos degustarlos.

Empezamos con uno blanco llamado Chenin Blanc que era acido, afrutado y de cuerpo ligero que casi no me gustó pero igual me lo tomé. Después seguimos con otro blanco que reconocí de inmediato por su color dorado: Chardonnay; su sabor es suave y huele bastante bien (estuve oliendo la jodida copa durante un buen rato y Adán se moría de la risa). Me encanto y hasta me dio tentación pedir segundo trago, pero como los otros asistentes se me quedaban viendo, preferí no hacerlo (no iba a quemar a mis acompañantes con alguna metida de pata).

Finalmente empezamos con los tintos. Recuerdo haber probado uno durante mis primeros años de adolescencia, pero en ese entonces era tan joven e inexperta que no supe apreciarlo. El primer tinto que nos sirvieron fue un Pinot Noir bastante ligero, con sabor a frutos rojos, olor a rosas y un poco ácido que me produjo una rara sensación en la lengua, pero yo quedé fascinada con él. El que le siguió fue el clásico Merlot que Adán llevaba un buen rato esperando (es su preferido) y al probarlo, supe porqué le gustaba tanto. Tiene un saborcito a grosella muy agradable y es suave al paladar. Tambien me encanto, pero me hacía gracia ver como Constanza estaba poniéndose cada vez más y más ebria.

El ultimo, pero no por ello menos importante fue el Cabernet Sauvignon. Los demás de inmediato alzaron las cejas y hasta parecían emocionados, y no era para menos, pues este es uno de los vinos más preciados. Era de color granate intenso, olía a ciruelas con cerezas y su sabor me impacto: era una mezcla amaderada muy elegante que también tenía un leve toque de chocolate oscuro. Lo recomiendo ampliamente para el que guste de vinos salvajes.

Al final nos dieron la oportunidad de cenar un plato de la carta que fuera acorde a nuestro vino preferido. Obviamente yo elegi el Chardonnay y lo acompañe con un rico filete de pescado almendrado. Bien valio la pena hacer el gasto, ya vere como les pago el favor.

P.D.- ¡¡Tengo que comprar una botella de Chardonnay o Merlot cueste lo que me cueste!!