Desde mucho antes de comenzar mi vida sexual, sabía de la existencia de cosas como la homosexualidad, los métodos anticonceptivos, los travestis, el sexo antes del matrimonio y demás temas similares. Yo no digo nada al respecto ni me opongo. Pienso que cada quien se expresa como quiere y puede. Cuando iba en la secundaria decían que yo era lesbiana a pesar de que no era cierto. Jamás volví a divagar en algo así hasta este viernes por la noche.
Conocí a
Lou en diciembre del año pasado porque yo desde antes admiraba la forma en que ella escribía. Todavía recuerdo perfectamente los nervios que sentí al saludarla, y cómo poco a poco fui perdiendo la timidez y me desenvolvía tal como soy. Pronto nos hicimos muy cercanas y pasábamos las horas juntas. Claro, nuestra amistad no estuvo exenta de pleitos, pero los supimos superar antes de que se hicieran peores y dieran nacimiento a grandes rencores. Lo que sí no se pudo remediar fue lo mal que me llevaba yo con Alejandro (el marido de Lou). Nadie lo comprendía y yo tampoco, simplemente no me caía bien.
Para no hacerle al cuento largo, en estos últimos días hubo problemas entre Lou y su esposo que los obligaron a tomar medidas drásticas. Mientras yo le daba ideas para que se entretuviera, ella me dijo sin más que yo le gustaba para algo más que amiga. Intenté hacerme la güey al respecto y decirle que a lo mejor estaba confundida, pero no, ella se aferró a que lo que sentía por mí era verdadero. Okey… esa noche le seguí la corriente aunque no pude dormir bien.
Al día siguiente continuó la tanda de mensajitos cariñosos y demás, pero por la noche me castigaron la compu y de inmediato busqué refugio en Lou. Tras pensármela mucho, le dejé bien clarito que no podía corresponder a sus sentimientos porque yo sólo la estimaba como una amiga, que no quería darle falsas esperanzas ni hacerle daño. Ella insistió en que le diera una oportunidad, y tan desesperada la vi, que la acepté. Eso sí, le advertí que debía ser fuerte porque probablemente yo no sería capaz de amarla adecuadamente pero que tampoco la haría infeliz. Lou lo aceptó y dijo que el amor llegaba cuando uno menos se lo esperaba y que había sido demasiado ciega al no darse cuenta de que la persona más especial a ella la tuvo frente todo el tiempo. La piel se me puso chinita, chinita. Ahora sí que estaba bien metida en esto y no podía dar marcha atrás.
Ah, pero claro que puedo hacerlo, simplemente no tengo el valor necesario.
Hoy, decidí buscar un departamento y no tuve éxito. Mientras iba de camino a casa, volví a pensar en Lou y en lo que debía estar haciendo, y en lo que YO estaba haciendo. Encuentro esto demasiado extraño, pero no reniego de ella porque a fin de cuentas tiene razón: el amor no tiene formas explícitas, razas, sexos ni colores… existe un poco de eso en casi todo lo que hacemos. No me siento enamorada y hasta me da cierta culpa ser tan hipócrita. Me agobia mantener esto en secreto frente a mis familiares y mis amigos. Yo sé que ellos no comprenderán ni un poquito, y eso me entristece. Es por eso que me declaro un remedo de mujer bisexual que no sale del clóset simplemente porque no creo que esté ahí. Desde hace unos meses tenía en mente conocer a Lou en persona, y todavía deseo hacerlo, pero algo me dice que tal vez las cosas no salgan exactamente como me las estoy imaginando ya sea para bien o para mal...
Quién sabe, a lo mejor podría aprender mucho de esto...