Antes de decidirme por la escritura tuve un fuerte interés por la ciencia. Desde los 12 años, mi hermano siempre me regalaba cosas de científicos: microscopios, equipos de disección, un telescopio (que nunca supe utilizar) y químicos de repuesto pero en cantidades mínimas.
Cuando ya estuve en secundaria, seguía luciéndome con los tubos de ensayo y esperaba con ansias los días en que el maestro se atrevía a llevarnos al laboratorio. Era padrísimo llevar todo eso a grandes niveles: aprendí a encender un foco sin necesidad de conectarlo, recibí un susto al ver la reacción del sodio con un poco de agua y también construí un filtro de agua.
De haber seguido así, a estas alturas del partido estaría estudiando Química, ¡pero no! Cuando empezamos a estudiar las nomenclaturas, se me hizo maraña en la cabeza y me olvidé de la idea. Aunque de vez en cuando sigue saliendo a flote mi lado Jekyll...
Como por ejemplo, el día en que elaboré junto con mi amigo Vaquera una bomba de humo casera.
Alejandro Vaquera era un amigo que tuve en la prepa, y que tenía fama de desmadroso. Por supuesto, juntarme con él ejerció gran influencia sobre mi porque me sentía atraída por su modo excéntrico de ser. Su papá regentaba una armería-ferretería. Una vez, Alejandro me pidió que trajera azúcar. Yo pensaba que era para hacer un perfume casero que él fabricaba y el cual yo ambicionaba, pero su plan era completamente distinto. Al otro día, se apareció con un tubo de cartón, una bolsa de polvo blanco (nitrato de potasio), otra de pólvora y un carrete de hilo grueso.
"Vamos a hacer una bomba..." me dijo durante el receso, metidos en el laboratorio a escondidas.
"No manches, ¿a poco vas a volar la escuela?" pregunté yo.
"Nah, todavía no. Esto es para una bomba de humo como de tres kilos, ¿le entras o no?"
"¿Y si nos agarran en la movida?"
"Pos tú sabes, si quieres me divierto yo solo"
Terminé haciéndome su cómplice y aparte invitamos a otros dos chavos para que nos echaran la mano. No sabía ni en lo que me estaba metiendo, pero por mensa no me quise salir de ahí. Apenas nos alcanzó el tiempo para elaborar la bomba, pero no para utilizarla, así que tuvimos que esperar. Vaquera la escondió en la bodega para que así no lo pescaran con el arma del delito.
Pasaron tres días y nadie tocó el tema. Como Vaquera estudiaba en otro salón, no coincidíamos entre clases pero me dijo que me pusiera buza... y una mañana durante la clase de Nociones del Derecho, vi que un montón de chavos salían corriendo de la sala de audiovisual y mis compañeros se asomaron a ver qué onda. Pensaron que se estaba quemando por la cantidad de humo que salía, pero luego vi que Vaquera andaba por ahí. En el recreo lo interrogué:
"Fuiste tú, ¿verdad?" y como él sólo se reía, lo tomé como un sí "Como eres feo... no me esperaste..."
"Pues primero andabas con que no querías, y ahora me reclamas, ¿quién te entiende, mujer?"
Me contó que la razón por la que se le ocurrió encender la bomba en ese lugar tan oscuro fue porque estaban viendo la película "Cielo de Octubre" y pensó que plagar todo de humo le daría un toque más dramático a la clase. Encendió la cochinada esa en su mochila y lo dejó rodar por las escaleras sin que nadie lo mirara. Me late que sí lo agarraron porque no lo vi durante tres días, aunque nunca me dijo porqué.
Pero el caso es que sigo pensando que la ciencia es divertida si la miras por el lado positivo, je...
Collage en tres actos
Hace 3 años
1 comentario:
¡Vaya! Eras toda una promesa de villana súper-cerebrito y sembrar el caos a tu paso. Lástima que hayas escogido ser niña buena. >_o!
¡Sigue sonriendo mañosilla!
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