Hola a todos, de seguro tras estos días de ausencia pensaron que me había muerto o algo así, pues no, me encontraba en cama con una gripe del demonio, deprimida por una fea decepción amorosa y planeando mi venganza contra cierto individuo farsante, la cual lleve a cabo hace un par de días, cuando apenas pude recuperarme. He aquí los detalles de mi sucio plan:
Después de dos semanas de estar saliendo con Héctor (un tipo de 24 años al que conocí en el trabajo de mi hermana), me di cuenta de que el estaba medio raro porque quise llevarle una sorpresa a su casa por el pasado Día de San Valentín y él me imploro que no lo visitara porque sus padres estarían de visita y ellos eran demasiado conservadores para mi gusto. Como pensé que me tocaría enfrentar a dos versiones de mi propia madre, accedí a no visitarlo. Sin embargo, cuando olvido su agenda en mi casa, decidi llevársela porque de seguro se pondría histérico si la llegaba a perder. Pero al pasar por enfrente de su domicilio, me quede con la boca abierta…
Héctor estaba jugando afuera con un niñito de unos tres o cuatro años que lo llamaba “papá” y de repente abrazo a una mujer que le dijo “mi amor”. En pocas palabras ¡era casado!
Eso basto para que el alma se me cayera a los pies y tire la dichosa agenda a la basura. Me encerré en mi cuarto para golpear las almohadas y sacar todo mi coraje. ¡Malditooooo!
Al día siguiente, amanecí con muchísimo catarro y tos, entonces me di cuenta de que la tristeza había bajado mis defensas y me hizo contraer la dichosa gripe que ya andaba rondando por la casa en esos días. A pesar de que recibí buena medicación, tarde un poco en recuperarme, pero utilice mi incapacidad como excusa para no ver a Héctor y planear la forma de hacerle pagar… ¡y vaya que lo conseguí!
El martes, le llame a Héctor para decirle que ya se me había pasado la enfermedad y yo lo invite a comer a un restaurante de lujo como recompensa por no haber pasado juntos el día de San Valentín y el acepto encantado. Me arregle lo suficiente como para lucir “tentadora” (si saben a lo que me refiero) y nos despachamos a un bar-restaurant que se encontraba casi a las afueras de la ciudad. Conversamos un poco y para empezar a fastidiarlo…
“¿Qué tal estuvo la visita de tus padres?”
“Lo normal”
“¿Y que es lo normal? Porque no creo que te hayas puesto a tejer suéteres con tu mamá, ¿o si?”
“No, estuvimos platicando acerca de la graduación de mi hermano Pepe y vimos unos videos caseros de cuando era niño. Me sentí muy raro” dijo riéndose.
“No me extraña, animal. Después de la mentirota que me echaste” pensé mientras apretaba la servilleta en mi mano.
Cuando llego el mesero, yo pedí el plato mas caro del menú, un pedazo del pastel de chocolate mas rico (y caro) que he comido en mi vida además de una botella de un buen vino tinto que no era NADA barato. Hector casi se cae de la silla con mi pedido y trato de persuadirme a pedir otra cosa.
“Mira, yo te recomendaría este cortecito de carne porque me han dicho que ese plato es muy del asco” me susurró de manera discreta.
“Yo tengo mucha hambre y se me antoja comer eso”
“Bueno, ¿Por qué mejor no pedimos una mimosa o un tequila? Porque dices que el tequila es tu preferido”
“Si, pero en casa tengo una botella de tequila y hoy quiero probar algo diferente”
“¿Y el pastel de chocolate?”
“Ya te dije que cuando como chocolate, me pongo bastante caliente” le dije mientras acariciaba su pierna con mi pie. Con eso cayo redondito en mi trampa.
“Me siento un poco mal de tener que hacerte gastar tanto en una cena”
“¡Hipócrita!” fue la única palabra que se cruzo por mi mente “No te preocupes, he estado ahorrando dinero desde el año pasado, así que puedes pedir lo que gustes”
Supongo que de verdad estaba sintiéndose incomodo, porque no pidió mas que una chuletita barata con poca ensalada y nada de postre o acompañantes. Aun así, la cuenta si que iba a ser cara con solo mi propio pedido. Comí como una reina e hice gemidos de gusto cuando saboreé los primeros cinco bocados de mi pastel de chocolate, pero entonces lleve a cabo la segunda fase del plan.
“Creo que tenias razón sobre el guisado. Me siento un poco indispuesta”
“¿Te llevo a tu casa?”
“No hace falta, discúlpame un momento para ir al tocador”
Eso fue lo último que le dije al infeliz porque de verdad fui al baño, pero solo fue para reírme a lo loco y casi morirme por eso. Después de la risotada, Sali a escondidas de ahí y me cole por la puerta trasera, después de salir, me eche a correr como desquiciada. ¡Lo había dejado solo con una cuenta súper alta!
¿Y que paso después? Ayer por la mañana me desperté para contestar el teléfono y casi me dio risa porque reconocí la furiosa voz de Héctor.
“¿Por qué me hiciste eso?”
“Válgame Dios, ¿Qué no te acuerdas? Si bien bonito que estuvo nuestro día especial”
“No te hagas, que me dejaste en problemas por tragar tanto”
“Mira, chulito, a mi nadie me hace sentir mal y puede salirse con la suya. Yo ya he tenido suficiente de imbéciles como tu, como para aguantar mas de ese tipo de trastadas. Ahora, mas te vale dejarme en paz antes de que le diga a tu mujer que te gusta ponerle el cuerno con una ‘tragona’, ¿me oíste?”
“¿Y que paso con mi agenda”
“Yo no se, pregúntaselo al bote de la basura. ¡Adiós!”
No he vuelto a saber de ese infeliz y ahora me regocijo de alegría porque mi sobrino esta a punto de ser papá primerizo. Solo espero que todo salga bien y que no bauticen al retoño con un nombre raro.
¡¡Se cuidan!!
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