domingo, 7 de noviembre de 2010

La Mujer y el Dinero

Desde tiempos ancestrales se supo que las mujeres y el dinero hacían una desastrosa combinación, que las mujeres sólo gastamos por gastar, que no saben administrarlo, que una lo despilfarra como millonaria a pesar de estar en la quiebra, etc… y lo peor del caso es que resulta ser cierto en la mayoría de las veces. Es decir, como el rol típico del hombre ha sido el de proveer el sustento, la mujer nunca se ha tenido que preocupar por gastarlo de la forma más absurda; pero los tiempos cambian y eso no es del todo bueno para el bolsillo de una chica...

En ocasiones pienso que mi hermana Vero nunca debió haber oído la frase “todo lo mío es tuyo” salir de la boca de su marido cinco años después de que nació mi sobrina Valeria. En aquel entonces ella trabajaba en la zapatería de mi hermano y para matar el tiempo durante los ratos en que no había clientes, se iba a las boutiques vecinas para contemplar la mercancía o hacerse de algún artefacto nuevo para su clóset… todo a nombre de mi cuñado. El caso fue que ahora él se niega a soltarle la plata (hasta para la comida) y a mi sister le llueven las deudas por donde sea… que si se compra un perfume caro que se gasta en una semana, que si vio una bolsa preciosa con descuento, que si encontró un esmalte raro, que si tiene una nueva cana y debe pintarla, que si ya no tiene nada nuevo qué ponerse… en fin, Vero es la más guapa de las tres hermanas pero también la más gastalona. Yo no digo que esté mal verse bien, pero tampoco es bueno sobrepasarse con los gastos.

Mi hermana Ruth también gusta de las compras y cuando vivió en Estados Unidos se sintió en el paraíso: su marido ganaba buen dinero, vivía en una casa bonita, la llevaba a comer fuera una vez a la semana y le daba “money” para sus caprichos… pero pregúntenle en qué demonios gastaba el dinero y les aseguro que les cambiará el tema. Ahora, cada vez que su esposo le manda dinero, lleva a las niñas de compras… lo cual no es del todo recomendable porque mi sobrina Carla piensa que todos existimos para comprarle todo lo que nos exija. Yo, por mi parte, la mando a freír churros.

En lo que se refiere a mí, desgraciadamente soy una tacaña con ratos de generosidad. Bien dicen que “quien paga la música elige la melodía”, y siempre que me critican por concederme mis caprichos con mucha libertad, les respondo que es porque yo gano el dinero que se ha de gastar. No me gustó para nada cuando mi mamá y Ruth casi me embaucaron al poner un paquete caro de internet con cable en la casa porque eso reducía considerablemente mis gastos y todos los fines de semana acababa sin un quinto para ahorrarlo a plazo futuro. A veces me siento tan miserable que lo compenso comprándole regalitos a mi mamá con tal de ganarme su aprobación. Qué equivocada debo de estar al obsesionarme tanto con mi madre, pero bueno… la frase que más les repito a todo es “Si quieres algo de mí... gánatelo”, o sea que si eres un imbécil conmigo te puedes olvidar de pedirme un préstamo o que te obsequie algo. Reitero que no suelo prestar dinero con frecuencia porque luego me vuelvo la sombra del deudor lol

Bien dice mi mamá que es mejor ser el dueño de un peso, que esclavo de dos.

2 comentarios:

Luisaluciana dijo...

Mi amigo Javier me decia que darle una tarjeta de crédito a una mujer, era como darle una pistola a un mono.

Misogeno... pero cierto... jejejeje...

Firey_Girl dijo...

Jajajajaja ¡esa metáfora estuvo buena! Voy a decírsela a Vero la próxima vez que nos caiga de visita...

Y sep, las mujeres y el dinero forman el peor de todos los matrimonios.