El miércoles pasado, mi vecino Dan vino a mi casa para invitarme a una de sus presentaciones en el Teatro de la Ciudad. Yo me emocioné y le dije que iba a ir, pero en realidad no estaba segura de nada. Como iba a ser al día siguiente y no tenía un quinto en mi bolsillo, corrí a pedirle a todo el mundo que me prestara dinero para la entrada. Gracias a Dios mi cuñado me hizo el paro. Pero el jueves anduve de histérica buscando en todos los clósets algo qué ponerme porque no conozco mucho de vestimenta semi-formal, voltée la casa patas arriba y hasta sentí que iba a ser yo la que se presentaría a cantar. Tenía un miedo tremendo a hacer el ridículo y hacer quedar mal a mi vecino.
Verán, Dan es veinte años mayor que yo, pero no los aparenta, y siempre le he tenido cariño. No sabía que él era uno de los tenores del Coro de la Ciudad hasta que un día cantó en mi graduación del Cecati. Quedé tan impresionada con su versión de "Imagine" que desde entonces me quedó un interés hacia él. Por la noche, estuve medio rara mientras acompañaba a la familia de Dan al teatro, aunque creo que nadie lo notó porque los niños sirvieron como distracción.
Afortunadamente no metí la pata, y observé con suma atención la magistral presentación de varias canciones populares pero cantadas al estilo ópera-pop. Entre ellas estuvieron: Durmiendo con la Luna (Elefante), California Dreamin' (John Phillips), Amor de Hombre (Mocedades), A Mi Manera (Paul Anka), Vivo por Ella (Gatto Panceri), entre otros. Pero yo me mantuve pendiente del número que haría Dan, y me sorprendió que él se pusiera una media máscara para interpretar "The Music of the Night" (Andrew Lloyd Webber). Los conocedores ya saben a qué me refiero, pero para los que no, esta canción pertenece al musical "El Fantasma de la Ópera", más específicamente, cuando Erik rapta a Christine e intenta seducirla con una melodía en la que le expresa su eterno amor e intenta pedirle que se olvide del resto del mundo. Lo hizo con tanto sentimiento, que el corazón se me hizo de pollo y casi me suelto llorando.
Al final, corrí junto con Rebeca (la sobrina de Dan) hasta la puerta trasera del teatro para recibirlo en cuanto saliera. Al vernos esperándolo, inmediatamente me abrazó y me preguntó si me había gustado la función. Yo me sentí tan encandilada que muy apenas pude decirle “mucho”. Iba a decirme algo pero su familia nos interrumpió y de ahi nos dedicamos a conversar un poco acerca del evento antes de partir caminos. Claro, Dan nos invitó a que repitiéramos la experiencia para estas Navidades, ya que el concierto resultó ser uno de caridad, y el próximo que se hará no va a ser la excepción.
Ahora la cosa será ingeniar un plan que me permita tener el suficiente dinero para volver a asistir, y esta vez llevar un ramo de rosas jajajaja como en las películas, que a los cantantes de ópera les llueven las flores.
Collage en tres actos
Hace 3 años
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