Cuando se acerca una fecha especial (llámese cumpleaños, Navidad, aniversario, etc...) muchos se quiebran el coco pensando en el regalo perfecto para aquella persona especial; pero algunos caen en un acto bajo, y por demás, ridículo: dar obsequios reciclados.
¿Cómo va eso? Bueno, la mayoría siempre obtiene un regalo que no deseamos, uno al que no le prestamos mucha atención o que de plano se va a un rincón de nuestro clóset sin ser utilizado. El pobre objeto permanece en una especie de vida suspendida hasta que sale nuevamente de su rincón oscuro, pero no para que le den un uso digno, sino para cambiar de dueño.
¿Quienes de ustedes han dado algún regalo "no deseado" que originalmente era suyo? ¡No se hagan los locos! Tanto ustedes como yo sabemos que se han visto tentados hacia este acto, inclusive yo misma he sido hechizada hace mucho, mucho tiempo. Aquello me hizo tomar la determinación de que jamas volvería a comprometerme a regalar algo usado, si no tenía algún regalo que dar, simplemente lo quedaría debiendo. Así de sencillo.
En cambio, yo he visto que hay torpes que de plano dan algo usado ¡y siempre hay pistas que los evidencian!
Recuerdo que hace dos años, un amigo me regaló una caja de chocolates finos, pero cuando me tocó abrirlo, noté que le faltaban tres y unos estaban medio-mordidos. En vez de sulfurarme, en su cumpleaños le devolví su regalito justo cuando los dulces ya habían caducado. En otra ocasión, mi prima
Sofía me regaló una blusa realmente linda que de inmediato estrené... aunque lo hice justo cuando me tocó ir a cenar a casa de sus papás. Ellos se me quedaron viendo muy serios y yo pensaba que había metido la pata con algo, pero no me di cuenta de ello hasta que entró su hermana
Ale y me miró como si yo fuera una demente:
"¡Esa es mi blusa!" me gritó, y cuando yo voltée a ver a Sofía, todo mundo también lo hizo.Desde entonces, yo de inmediato abro los regalos que me dan y los reviso para ver si no son usados, porque en serio que es horrible tener ese tipo de incidentes. Lo más ridículo del caso es que hay unos que se van a los extremos y también reciclan el papel de regalo. ¡Simplemente patético!