jueves, 11 de septiembre de 2008

La Gallinera



Se preguntaran a que se debe el titulo, y a continuación les pasare a explicar el porque algunos amigos se ríen de mi usando ese apodo.

Tal vez muchos de ustedes alguna vez en sus vidas han visitado una granja, ya sea la de algún abuelo, un pariente o un conocido. A la mayoría les llama mucho la atención ver como se ordeñan las vacas, alimentar las gallinas y las cabras, hornear pan con trigo molido en tu propio molino, etc… o al menos eso era lo que yo pensaba antes de aceptar quedarme un fin de semana en LA GRANJA…

Hace como un par de años, me lance a la pequeña granja de mi hermano, en donde solo tenia unas pocas gallinas, algunas liebres silvestres y un pato negro. Me acompañaron mi bro y mis sobrinos, como la granja no es muy grande, no nos costo mucho trabajo limpiarla y hacer el inventario de lo que se necesitaba. Total que al rato comenzó a llover, así que dejamos todo a media y corrimos al interior. El agua caía a borbotones, y se me ocurrió mirar por la ventana, cuando de repente, vi al pato todo enlodado que corría de un lado hacia otro, recordé que se me había olvidado abrirles el gallinero para que se pudieran refugiar, y como no quise salir a mojarme, les abrí la puerta pensando que a nadie le importaría que se metieran…

Aun así, las gallinas no tardaron en meterse a la casa, pero lo hicieron de una manera que… bueno, entraron como alma que lleva el diablo y me pegaron el susto de mi vida, una de las aves voló sobre mi, aterrizo unos segundos en mi cabeza y me puse a gritar toda histérica tratando de quitármela de encima. Mi hermano llego a ver el porque de los gritos pero en vez de ayudarme, estaba que se moría de la risa. La maldita gallina me dejo un “regalito” en mi pelo y huyo como el resto de sus emplumadas compañeras.

Al ultimo, mire toda indignada la escena y agache mi cabeza en señal de derrota, y vi que el pato entraba muy tranquilo, como si tuviera todo el tiempo del mundo para entrar, lo mire unos segundos bastante seria porque me daban ganas de echarlo a la lluvia, y este solo dijo “¿Cuac?”. El colmo.

Así que, ya saben, cuando planeen ir de visita a una granja, piénsenlo dos veces o podrían sufrir un atentado con unas gallinas desquiciadas y un pato de cómplice.

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